lunes, 3 de noviembre de 2008

LA FIRMA


Su vida no sería la misma de ahora en adelante. Era un día importante. Llevaba semanas sintiéndose tensa, y a pesar de estar todavía nerviosa, ya se sentía preparada para afrontar lo que le esperaba. Incluso, ya había practicado escribiendo su nueva firma.

Mientras se duchaba, repasaba lo que había sido su vida hasta ese momento y en lo mucho que había cambiado todo en tan poco tiempo. Por fin sería feliz.

Había elegido el ajuar para la ocasión con sumo cuidado. Tuvo el tiempo suficiente para pensar en cada detalle. Se había pintado las uñas de un color discreto. Sus accesorios eran sencillos, pero muy femeninos. Había optado por un collar de perlas que había sido de su abuela.

Se instaló frente al espejo del baño, bolsa de maquillaje en mano, dispuesta a comenzar la transformación. Su cara, de delicados contornos, iba acentuando con cada pincelada la frescura y lozanía de sus veinticinco años. Se miró satisfecha… se sentía bella. Se soltó el cabello y una cascada de rizos castaños se derramó por su espalda.

Cuando estaba a punto de ponerse el vestido, llegó su hermana mayor. Se abrazaron largamente. La ayudó a terminar de arreglarse y juntas abandonaron la habitación. Mientras su hermana llevaba la valija al auto, ella siguió hacia la Administración a terminar con los trámites de rigor.

Sintió que ya era hora de estrenar su nueva firma. Y la hubiera estampado con orgullo en cada papel de no ser porque aún faltaban algunos procesos legales para hacerla oficial. Sólo entonces Alejandro se habría ido para siempre junto con aquella parte de su cuerpo que le resultaba tan molesta y que hacía apenas unos días le habían extirpado. En adelante todos la llamarían Ana Leticia…

1 comentario:

Juan Carrizo dijo...

¡¡¡buenisimo!! oficializaba su cambio de sexo te felicito una vez más