viernes, 24 de julio de 2009

EL AVENTÓN


Miró en la dirección en la que, minutos antes, se dirigía el bus. No se vislumbraba ningún poblado hasta donde la vista alcanzaba. Y eso, unido a que desconocía la ruta, lo hicieron desistir de continuar a pie. Se sentó a la orilla del camino bajo el inclemente sol, que ya casi se situaba en mitad del cielo. Aquel inhóspito tramo del recorrido era el peor lugar para quedar varado; un punto cualquiera en medio de la nada. Tendría que apelar a la buena voluntad de algún lugareño.

Hacía tanto tiempo que deseaba visitar aquel país suramericano que, cuando vio la oferta en la sección de viajes del diario, no se pudo resistir. El bus iba repleto de turistas emocionados que, cámara en mano, se dedicaban a inmortalizar en sus memorias digitales cuanto paisaje hechizante se les cruzaba enfrente. Iban tan distraídos que ninguno se percató del repentino color verdoso que adquiría la piel del conductor, ni del rostro desencajado que se reflejaba en el espejo retrovisor.

Sin una mano hábil que lo controlara por aquella serpenteante vía, el bus se precipitó por uno de los tantos barrancos de la ruta, dando infinidad de vueltas en su caída.

Él no supo cómo llegó de vuelta a la carretera. Necesitaba un aventón. Esperaba impaciente a que algún conductor le hiciera el favor de llevarlo de regreso al hotel. Y a pesar de que se lanzaba sobre los escasos coches que pasaban, nadie parecía verlo…

domingo, 12 de julio de 2009

EL TESORO



¿Cómo pudo hacerme esto? Ella era el centro de mi universo. ¡Yo la quería! Terminó privándome de la libertad; ¡me entregó!

¡Cuán felices fuimos en los buenos tiempos! Claro, como ya no le sirvo, me desecha. Estoy viejo, ya no cumplo con sus caprichosos propósitos. Que si dame esto, que si haz aquello. Y yo como un tonto, siempre cumpliéndole los deseos con una sonrisa. No niego que me las cobraba muy bien cuando me tocaba: que ha sido una relación de mutua conveniencia. Pero ahora que lo pienso, de los dos, quien quiso más siempre fui yo. Con el tiempo me fue racionando las caricias… y hasta las sonrisas.

A pesar de que tengo claro que fue valiente al acercarse a mí sin tomar en cuenta mi oscuro pasado y mi pobre alcurnia, y que desafió a todos al relacionarse conmigo, ahora veo que “su amor” no era sincero. Fui un pobre iluso al creer que esto duraría “hasta que la muerte los separe”. Seguramente me cambiará por uno más joven. Y la lágrima que furtiva se me escapa en esta noche de triste evocación, no es de debilidad o dolor, no, ¡es de rabia! Fuimos por tantos años compañeros de andanzas… Aquí en mi corazón sé que la perdonaría mil veces si volviera. Pero no volverá.

En algún momento se tendrán que abrir estos barrotes. Entonces regresaré. Ella no sabe nada. ¡Ni siquiera lo sospecha! Enterrado bajo el árbol del patio, dejé un tesoro. Lo suficiente como para evitar volver por algún tiempo a mi pasado delictivo. Cuando salga libre iré por él. No pienso compartirlo con nadie. ¡Es todo mío!

¿Y este hombre de bata blanca? ¿Qué quiere conmigo? ¿Para qué se me acerca con esa aguja? ¡Me ha pinchado! ¡Oh! Tengo sueño… mucho sueño. Todo se oscurece. ¡Mis huesos! ¡Que nadie se robe mis huesos…!