domingo, 12 de julio de 2009

EL TESORO



¿Cómo pudo hacerme esto? Ella era el centro de mi universo. ¡Yo la quería! Terminó privándome de la libertad; ¡me entregó!

¡Cuán felices fuimos en los buenos tiempos! Claro, como ya no le sirvo, me desecha. Estoy viejo, ya no cumplo con sus caprichosos propósitos. Que si dame esto, que si haz aquello. Y yo como un tonto, siempre cumpliéndole los deseos con una sonrisa. No niego que me las cobraba muy bien cuando me tocaba: que ha sido una relación de mutua conveniencia. Pero ahora que lo pienso, de los dos, quien quiso más siempre fui yo. Con el tiempo me fue racionando las caricias… y hasta las sonrisas.

A pesar de que tengo claro que fue valiente al acercarse a mí sin tomar en cuenta mi oscuro pasado y mi pobre alcurnia, y que desafió a todos al relacionarse conmigo, ahora veo que “su amor” no era sincero. Fui un pobre iluso al creer que esto duraría “hasta que la muerte los separe”. Seguramente me cambiará por uno más joven. Y la lágrima que furtiva se me escapa en esta noche de triste evocación, no es de debilidad o dolor, no, ¡es de rabia! Fuimos por tantos años compañeros de andanzas… Aquí en mi corazón sé que la perdonaría mil veces si volviera. Pero no volverá.

En algún momento se tendrán que abrir estos barrotes. Entonces regresaré. Ella no sabe nada. ¡Ni siquiera lo sospecha! Enterrado bajo el árbol del patio, dejé un tesoro. Lo suficiente como para evitar volver por algún tiempo a mi pasado delictivo. Cuando salga libre iré por él. No pienso compartirlo con nadie. ¡Es todo mío!

¿Y este hombre de bata blanca? ¿Qué quiere conmigo? ¿Para qué se me acerca con esa aguja? ¡Me ha pinchado! ¡Oh! Tengo sueño… mucho sueño. Todo se oscurece. ¡Mis huesos! ¡Que nadie se robe mis huesos…!

1 comentario:

Netomancia dijo...

Me gustó, saludos!