sábado, 7 de noviembre de 2009

LA MAGIA DEL AZOGUE


Acudí presta a la invitación de mi amiga Alicia. Su mensaje de voz llegó en la mañana, a través del espejo mágico de la madrastra de Blancanieves. Siempre que la visito me siento extraña cruzando el espejo, pero tengo que admitir que me encanta el País de las Maravillas.

Nos sentamos sobre unos hongos gigantes a tomar el té. Ella reía divertida observando las mil y una muecas que hacía Drácula frente al espejo, frustrado al no poder ver su reflejo.

Mientras tanto, Da Vinci, que observaba a corta distancia, garabateó algo en un papel y se lo entregó al vampiro. Éste, al no entender lo que decía, lo sujetó a la altura de su pecho y una vez más intentó ver su reflejo. Entonces pudo leer el mensaje, “TONTO”, pero seguía sin poder verse.

Indignado rompió el espejo, hiriéndose la mano con una astilla de vidrio. Instintivamente se la llevó a la boca y deslizó su lengua por el hilillo de sangre, que saboreó con gusto. No sospechaba que esa sería la última que probaría en buen tiempo…al menos hasta que pasaran los siete años de mala suerte.

Cuento publicado en la Antología Manos que cuentan, Editorial Dunken, Argentina.

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